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sábado, 30 de julio de 2011

IDENTIFICARSE CON EL SABER COMPARTIR

Carlos Mora Vanegas
Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos. Ghandi
Que interesante es encontrarse con personas que han sabido cultivar lo que es el compartir, sin egoísmo, simplemente porque han cultivado lo que ello representa, han crecido y están siempre dispuestos a brindar apoyo, ayudar.
El haber logrado tal nivel nos indica que se ha crecido en el  comportamiento espiritual, a colaborar a que otras personas alcance sus objetivos, despierten, a que no se sientan solos, a que sean capaces también de compartir.
Esperamos que a esta altura de su vida, ya haya logrado el saber compartir, determinado sus alcance lo que involucra y este plenamente identificado con su alcance.
No nos debe sorprender como hemos comentado en otras oportunidades, que  el ser humano ha descubierto lo agradable que es saber  compartir con sus semejantes ,se ha sentido motivado a continuar haciéndolo en un ejercicio de su libre albedrío mediante el cual está en capacidad de elegir libremente a quien darle lo mejor de sí mismo.
Aunque no nos lo parezca de primera impresión por todas las incongruencias que comúnmente encontramos a nuestro alrededor, en el fondo si existe esta motivación a compartir. En realidad detrás de cada una de estas incongruencias se encuentra un motivo, el cual si somos capaces de comprender nos facilitaría integrarnos al medio que nos rodea para así poder compartir en un sentido más amplio que es lo que en realidad se busca.
Definitivamente  el compartir lleva implícito un factor motivacional que da paso a que las personas se sientan bien, que se identifiquen con quienes de alguna forma le ayudan en su crecimiento, que libremente comparten no solo sus conocimientos, sentimiento, bondades y todo aquello que le de la fortaleza en pro de mantener siempre una autoestima alta.
Tomemos en cuenta, que si en nuestro diario vivirnos nos situamos en el presente siempre con la intención de ser mejores, disfrutar la vida, saber compartir los momento felices y sobre todo saber conectarnos con nuestra fuente interna de felicidad, dicha, de compartir que todos tenemos, a fin de permitimos dejar fluir todo lo que en ese momento queremos manifestar, no cabe la menor duda, que estaremos dando un gran paso ,que nos permitirá ser mucho más efectivos a la hora de compartir, principalmente en lo concerniente a dar.
Hay una historia muy interesante sobre el saber compartir, que nos la aporta paperblog.com y nos dice, que había una vez un precioso huerto en el que se levantaba un frondoso árbol. Ambos daban a aquel lugar un aspecto precioso y eran el orgullo de su dueño. Lo que no sabía nadie era que las verduras del huerto y el árbol se llevaban fatal.
Las verduras no soportaban que la sombra del árbol les dejara la luz justa para crecer, y el árbol estaba harto de que las verduras se bebieran casi toda el agua antes de llegar a él, dejándole la justa para vivir.
La situación llegó a tal extremo, que las verduras se hartaron y decidieron absorber toda el agua para secar el árbol, a lo que el árbol respondió dejando de dar sombra para que el sol directo de todo el día resecara las verduras. En muy poco tiempo, las verduras estaban esmirriadas, y el árbol comenzaba a tener las ramas secas.
Ninguno de ellos contaba con que el granjero, viendo que toda la huerta se había echado a perder, decidiera dejar de regarla. Y entonces tanto las verduras como el árbol supieron lo que era la sed de verdad y estar destinados a secarse.
Aquello no parecía tener solución, pero una de las verduras, un pequeño calabacín, comprendió la situación y decidió cambiarla. Y a pesar de la poca agua y el calor, hizo todo lo que pudo para crecer, crecer y crecer... Y consiguió hacerse tan grande, que el granjero volvió a regar el huerto, pensando en presentar aquel hermoso calabacín a algún concurso. De esta forma las verduras y el árbol se dieron cuenta de que era mejor ayudarse que enfrentarse, y de que debían aprender a vivir con lo que les tocaba, haciéndolo lo mejor posible, esperando que el premio viniese después.
Así que juntos decidieron colaborar con la sombra y el agua justa para dar las mejores verduras, y su premio vino después, pues el granjero dedicó a aquel huerto y aquel árbol los mejores cuidados, regándolos y abonándolos mejor que ningún otro en la región.
 
Definitivamente, cuando nos identificamos con lo que representa el saber compartir, lo que ello involucra y empezamos a cultivarlo a fin de que  para cuando lo pongamos en práctica   proporcione dicha, felicidad, estímulos que beneficien a quienes  lo necesitan, entonces iremos dándonos cuenta lo importante que es saber identificarse con el compartir y ponerlo en práctica.

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