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miércoles, 5 de enero de 2011
EL SUELDO DEL PROFESOR UNIVERSITARIO VENEZOLANO DEJA MUCHO QUE DECIR
Carlos Mora Vanegas
La docencia es la única profesión que crea a todas las otras profesiones. Autor desconocido
Es incomprensible, como un gobierno que se ha identificado plenamente con la reivindicación de los derechos de los trabajadores, garantizando justicia social, equidad, salarios justos de acuerdo a la realidad económica del presente, no le de la importancia de resguardar un trato justo, un salario acorde a la calidad de vida que actualmente Venezuela exige, especialmente a los profesores y de una manera muy específica a la que nos concierne como el universitario.
Cuesta entender como se gerencia los ingresos que percibe el país con la comercialización del petróleo que es una bonanza y como se administran los presupuestos, entre ellos el de educación, que no satisface para nada la operatividad de las universidades públicas , sobre todo el pago, salario del profesorado.
Nos cuesta aceptar, que lo político impere sobre lo cultural, lo educativo, la salud, vivienda y se den casos en donde el actual gobierno preste más ayuda y regale millones de dólares a otros países en vez de distribuir equitativamente los ingresos proporcionando el salario justo al que tiene derecho el docente universitario.
De aquí, que no nos sorprende en su última editorial de la revista virtual www.entorno-empresarial. com., que su director el economista y profesor universitario de postgrado Dr. Arturo Navarro, comente, que el sueldo de un profesor universitario en Venezuela no puede ser más deprimente; es mucho menor que el que devenga cualquiera de sus alumnos, de cualquier empleado medio y hasta de muchos obreros, taxistas y trabajadores de la economía informal. Si se compara con los sueldos que devengan los funcionarios públicos, los parlamentarios, los gerentes públicos y privados ni se diga; y si se comparan con los de sus similares en otros países, la diferencia es del cielo a la tierra.
De que vale prepararse durante tantos años y pasar por los escollos que el merito académico exige, para luego no recibir una compensación honrosa y justa. No proceder de inmediato a corregir esta disfuncionalidad por la que atraviesa el docente de nuestras universidades, es atentar en contra de la calidad del sistema educativo universitario público venezolano, ya que provocará que los profesores emigren a otros empleos y a otras latitudes donde se les brinde la oportunidad de nivelar su salario real.
Y no es solamente una cuestión de mejores salarios, se trata de que tampoco se le suministran los recursos adecuados para realizar sus labores académicas y de investigación que les permitan hacerse más competitivos no solo nacionalmente, sino a nivel internacional.
Es difícil entender, que con los recursos que se han manejado en esta última década, la educación, la salud, la seguridad, vivienda y otros aspectos básicos, anden a la deriva como se percibe cada día en el país. Basta con leer los periódicos, escuchar la radio y ver la televisión, para observar como las denuncias y reclamos al respecto, son el orden del día en los medios de comunicación.
Si se parte del entendimiento generalizado que el desarrollo social, tecnológico y económico de los países emergentes está fundamentado en el desarrollo de la sociedad del conocimiento; es decir, en el conocimiento científico y tecnológico que emana de su desempeño. ¿Cómo se puede ser tan poco visionario, para no entender que acabar con la infraestructura académica y científica, es uno de los peores daños que se le puede hacer a una sociedad?
Se acaba con ella, cuando se les obliga a abandonar la docencia, la investigación y la extensión, por falta de una compensación adecuada a su preparación, dedicación y contribución con las generaciones que tendrán la responsabilidad de conducir al país en los años venideros.
Agrega Navarro a su comentario que la sociedad en general debe entender, que después que se haya destruido la capacidad académica-científica y profesional del país, nos costará generaciones para reponerlas; por tanto, es la sociedad misma, la que debe rechazar, oponerse a este tratamiento con nuestros educadores universitarios y exigir, el reconocimiento de estos profesionales que son a los que nosotros, los padres, les depositamos la responsabilidad y la confianza de una formación universitaria de calidad para nuestros hijos.
De poco le servirá al país graduar personas con baja calidad en su formación; por el contrario, requerimos de profesionales excelentes, que sean capaces de aprender del conocimiento científico y generar y adaptar tecnologías novedosas, capaces de ayudarnos a recorrer exitosamente el futuro de Venezuela.
Sin embargo, para disponer de estos hombres que se han preparados para hacer y enseñar, se requiere que se les reconozcan sus meritos y se les remunere, para que puedan vivir con decoro, de lo contrario se nos irán a otras fuentes de trabajos en el país, o lo que sería peor que emigren de Venezuela
Es muy lamentable como se maneja el presupuesto universitario, los salarios deprimente que se le ofrece a los profesores universitarios, no acorde a la realidad inflacionaria del presente, salario, que ha deteriorado significativamente la calidad de vida del docente, en donde lo que gana , aun los de más categoría, no corresponde a la realidad, al alto costo de la vida , aunado a la irresponsabilidad muchas veces de los encargados de la administración del presupuesto de no enviarlo a su debido tiempo y lo más negativo, al incumplimiento y formalidad del pago de las deudas que se tienen con respecto a muchos profesores en relación a sus prestaciones.
Es bochornoso como lo comenta la Universidad del Zulia, específicamente, Johandry Alberto Hernández, que hay profesores que ganan 132 bolívares mensuales, 17 por ciento del salario mínimo. Los salarios poco atractivos y la crisis presupuestaria no garantizan a la universidad asegurar su generación de relevo.
Según cifras del Ministerio del Poder Popular del Trabajo y Seguridad Social, un chofer de carrito por puesto o un taxista gana más que el profesor universitario promedio. Sólo los docentes ubicados en las máximas categorías de la carrera universitaria pueden adquirir una canasta básica y por eso muchos recurren a tener dos y tres plazas de trabajo.
En la actualidad, los profesores universitarios ganan 30 por ciento menos de lo que recibían en 1985. Para ese año, un docente del más alto escalafón de su carrera devengaba un salario equivalente a 1.201 dólares. Hoy, en la misma categoría, percibe 861 dólares, según cifras obtenidas del Banco Central de Venezuela, el Instituto Nacional de Estadística, la Oficina de Planificación del Sector Universitario (Opsu) y la Federación de Asociaciones de Profesores de Venezuela (Fapuv).
Definitivamente como se comenta, el desmejoramiento de los salarios de los docentes de las universidades autónomas ha sido una constante en las últimas 3 décadas y derrumba el mito de que estos profesionales son los mejor pagados del país y, mucho menos, que están ubicados en la clase media alta venezolana.
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La calidad de vida del docente universitario venezolano deja mucho que decir considerando su raquítico sueldo no acorde a la realidad económica del país y ello desde luego es un efecto negativo motivacional en sus funciones, además de la poca atracción a identificarse con este rol.
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