Carlos Mora Vanegas
“Hace falta tanto para sentirse mal, pensar en cosas que han pasado, en cosas que tenía, en cómo era yo. Ése era el dolor.
Unas veces más que otras. Sin embargo, la belleza ha vuelto a mis ojos. Estaba ciego por el dolor que había en mi interior.”
Ricardo Meléndez.
Resumen
El buen gerente, no debe descuidar en este corto tránsito por estas dimensiones, el desarrollar su evolución espiritual, el sorprenderse en sus actuaciones con todas sus imperfecciones y emprender esa labor que le permita liberarse de las contaminaciones que le incrementen su karma, por el contrario, debe estar atento de mantener encendida su vela que ilumine su caminar y le permita aportar lo mejor de lo mejor, al cumplir con su misión. Es hora de rescatar nuestra autenticidad, de proporcionar ese amor que traemos y que debemos de compartir con aquellos que transitan con nosotros, con quienes nos interrelacionamos, es necesario y es indispensable desechar las innumerables escapatorias que hemos establecido y que nos tienen sujetos, debemos enfrentarnos con nuestra ley de servicio.
Este artículo tiene como finalidad invitarlos a reflexionar y actuar en pro de su crecimiento espiritual. Desde luego, simplemente se ha sintetizado en algunos aspectos que estimo no deben descuidarse, el resto, la investigación y el trabajo en pro de lograrlo nos corresponde a cada uno.
Generalidades, alcance
Lo cierto, que ser espiritualmente adulto significa profundizar en nuestro interior sin miedo a descubrir capacidades y conocimientos que jamás encontraremos fuera de nosotros.
No cabe la menor duda, que la espiritualidad está al alcance de todo, debemos hacer uso de ella, compenetrarnos con su potencial, con sus vibraciones, alimentarla, no es exclusiva de ninguna religión o grupo, está en todo. De ahí, que no nos extrañe que se nos diga que el crecimiento espiritual es la clave para curar el cuerpo, la mente, y las emociones de todas esas cosas que nos impiden alcanzar un crecimiento completo. En otros términos, la Dra. O ´Connor nos indica, que el desarrollo espiritual es el combustible que hace que tenga lugar el proceso de la madurez y me atrevo agregar, la razón de ser del por qué nos manifestamos en esta dimensión.
La espiritualidad nos recuerda la Dra. O ´ CONNOR, significa aceptar, aunque no lo comprendamos intelectualmente, que la vida siempre contendrá misterios. Supone a estar dispuesto a vivir con los desconocido, confiando con fe en que existe un propósito, una verdad y una razón más allá de lo aparente. Al igual que los otros niveles de la madurez, el crecimiento espiritual es un proceso constante y dura mientras permanezcamos en este plano.
Desde luego, cada uno está en la libertad de encontrar la enseñanza para adentrarse en nuestra labor espiritual, puede identificarse con una religión, hacer uso de la meditación, practicar algunos rituales, leer libros sobre el tema, o por qué no, simplemente identificarse con su yo superior, con esa energía que mora en nuestro templo interno, con el despertar de nuesta conciencia espiritual, con la identificación con la naturaleza, con aquellos seres que nos ayudan a despertar.
Sea cual fuera el método que elija, no lo descuide, empiece desde ese momento a crecer, enciéndase como vela como lo destacaba Tagore, porque en el camino se tiene que ser luz.
Se nos dice, que la ciencia corrobora las verdades espirituales en la que creemos, pero lo cierto, que nuestro corazón nos puede decir que el conocimiento de nuestra alma es tan válido como los hechos de la realidad exterior. Justamente el acto de creer en esta sabiduría se llama fe.
Consideremos, que el crecimiento espiritual puede llenar al buscador de confusión, porque cuando más aprendemos sobre las verdades supremas, más dudas tenemos. A menudo, encontramos que las verdades son paradójicas, que una lección parece contradecir a otra. La auténtica lección suele ser que dos visiones opuestas son verdaderas. La capacidad de aceptar las dicotomías, nos dice O´Connor, sabiendo que la verdad es superior a la lógica, nos capacita para seguir adelante, para sentirnos felices, para encontrar significado aun mundo lleno de confusión y dolor.
En síntesis, la madurez espiritual es importante para crecer, porque nos proporciona fuerza y estabilidad: es un ancla en el ancho y profundo mar de la vida. . Es esta sabiduría superior la hace que merezcan la pena todos nuestros esfuerzos. No hay que descuidarlo.
*Docente titular, Área de postgrado de Faces, Universidad de Carabobo
Exatec
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